La importancia de la alfalfa deshidratada

Las alfalfas y forrajes son alimentos imprescindibles para el ganado. La calidad y el valor nutritivo se mide en estos casos en la capacidad de cubrir las necesidades nutritivas para que puedan ofrecer el mejor rendimiento productivo en una explotación.

Ventajas para la explotación y los animales

El proceso de deshidratación de la alfalfa se lleva a cabo por secado rápido a altas temperaturas. Un proceso de conservación que además conlleva menores pérdidas nutritivas, ya que se reducen las pérdidas por respiración entre la siega y la muerte de la planta.

La alfalfa deshidratada es un producto homogéneo y estable que puede tener una conservación más prolongada en el tiempo. No en vano, el suministro se puede realizar de forma regular a lo largo de todo el año. Todo ello sin olvidar que se trata de un producto de alta calidad nutritiva y con un elevado aporte de proteína de calidad.

Las pacas son de mayor peso, por lo cual se puede ahorrar espacio en el almacenamiento de alfalfas y forrajes. Al mismo tiempo, hay que señalar que se trata de un tipo de forraje que se adapta perfectamente al sistema de alimentación de cada explotación.

Por otro lado, la alfalfa deshidratada estimula la rumia y la masticación de los animales. Por tanto, se puede controlar mejor el pH, se ayuda a enlentecer el tránsito de los alimentos en el rumen y a la ingestión del animal. Un detalle este último más que interesante si la explotación está formada por animales de elevada producción.